Eres
- Matt
- Feb 12, 2020
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This is a piece I wrote during my studies in Granada, Spain. Our professor had us read excerpts from Sefarad by Antonio Muñoz Molina (a beautifully solemn work that I am currently reading in full) and then interweave sentences from the excerpt with our own writing. A large theme in the novel is identity. Being that Spain was the first foreign country I visited and Spanish the first foreign language I mastered, I see the marriage of this text with my own ideas as a representation of the ways Spanish has carved out a special place in my heart.
Eres un niño asustado en su primer día de escuela. Eres cada Matt que eras cuando pasaste por una transición, como una serpiente que muda la piel pero resguarda el recordatorio de su antiguo ser: cuando diste tus primeros pasos, cuando empezaste el kínder, cuando oíste por primera vez sonar la campana del instituto, cuando te marchaste por primera vez de tu país, cuando finalmente te enteraste de la verdadera definición del amor. Eres cada lección que recibiste en la escuela, de tus padres, de tus compañeros, las buenas y las malas. Se ha grabado en tu corazón cada vez que alguien te regañó, cada vez que alguien se burló de ti, cada vez que tu padre se enfadó contigo por no ser como los otros niños. Eres el afeminado y retraído entre los agresivamente machos. Eres cada profesión que querías ser cuando eras niño, porque el conjunto de aquellos sueños, de ser abogado, de ser escritor, de ser músico profesional, de ser entrenador de delfines, de ser profesor universitario representa las porciones diferentes de tu alma. Eres el incuestionable nacionalismo que te inculcaron la escuela, tus padres, las noticias, pero también eres el engaño que te sentías cuando te enteraste de la maldad cometida en nombre de la bandera estadounidense, cuando descubriste que tu gente no era como pensabas. Eres el rechazo de nacionalidad que experimentaste cuando te hartaste de tu patria. Eres ciudades que apenas son nada más que sus hermosos nombres, que te despiertan un sentimiento fuerte de ilusión y extrañeza infantil: Johannesburgo, Cairo, Sídney, Tokio, Estocolmo. Tu refugio de niño, como casi todos los refugios, era también un encierro. Cuánto anhelabas marcharte, ver el mundo, sólo para descubrir que dejaste un trozo de tu corazón en los Estados Unidos. Eres cada palabra en una lengua extranjera que aprendiste. Eres el belga que la cajera en Gante pensaba que eras. Eres el alemán que la azafata en el vuelo a Múnich pensaba que eras. Eres cada estructura gramatical que te lleva un poco más lejos de tu lengua materna, la lengua no sólo de tu madre sino también de la falta de imaginación, de la arrogancia, de la utilidad capitalista de una lengua franca que tanto disgustan a tu alma. Te formó cada vez que te alegraste por cumplir un objetivo nuevo en un idioma, cada vez que te pusiste un disfraz lingüístico, cada vez que lamentaste la invasión cruel de inglés, que no te deja formar otra identidad. Qué cantidad mínima de patria, qué dosis de arraigo o de hogar necesita un ser humano, te preguntas. Eres tus antepasados que puedes imaginar, pero no conocer, ni sus nacionalidades ni sus nombres; eres sus costumbres, sus pensamientos, sus inquietudes, sus deseos de crear una nueva vida. El paisaje que se ve desde la ventana se transfigura al mismo tiempo que tú. Eres la tierra maldita y pobre de Kentucky, la tierra de la que huyeron tus padres, la tierra en la que ni tu madre se sentía en casa. Eres también tu pueblito de Dover: llanuras verdes, bosques tranquilos, la neblina que a veces llega para disfrazar tu pueblo como un mundo extraterrestre, las pequeñas playas que se encuentran al final de caminos rocosos, apartadas de la civilización. Un minúsculo punto, una nota al pie de la página de un libro, un lugar parado en el tiempo y desconectado del resto del mundo. Eres la paradoja entre tu amor idealista por tu hogar y tu amor por lo extraño, lo extranjero, lo emocionante. Eres la búsqueda de identidad que tanto te engancha, las preguntas sin respuesta que te haces constantemente. ¿Me aislo de la gente? ¿Me hago la víctima? ¿Soy pesimista? ¿Me expreso bien? ¿Intento deshacerme de mi niñez? Te ves huyendo de una niñez agradable y feliz, de una vida segura si bien aburrida, de familia y amigos fantásticos que no comparten tus deseos, y te sientes algo culpable por tu partida. Eres la obsesión, sea por ilusión o por escalofriante miedo, que tienes con puntos de partida: viajar, crecer, cómo conseguir el trabajo que quieres, despedir de amigos o familia permanentemente, cómo empezar a aprender otro idioma, morir. Fuiste, eres, serás, y un día, habrás sido.
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